Diseño gráfico y museografía

Los museos cada vez se preocupan más por hacer llegar sus mensajes de una forma fácil y acercar sus proyectos a todo tipo de público. Contar con el diseño gráfico desde las instituciones ayuda a plantear una exposición desde el inicio, consiguiendo un resultado distintivo, apostando por la innovación, así como mejorando su recepción.

Para los diseñadores, los museos pueden ser grandes campos creativos en los que implementar nuevas técnicas tanto dentro como fuera de la sala expositiva. En este artículo vamos a explorar un poco más el diseño gráfico desde la museografía y cómo es, hoy en día, una herramienta indispensable para la cultura.

A través del diseño gráfico…

El diseño gráfico se entiende como el arte de comunicar a través de elementos visuales como texto, imágenes, símbolos o ilustraciones. Esta disciplina se puede encontrar en cualquier lugar de nuestro día a día debido a que es esencial para la divulgación de mensajes que cubren necesidades diarias y también que captan el interés de las personas. Por eso, hace un tándem perfecto con el marketing y la publicidad.

Dentro del diseño gráfico destacan diferentes áreas que juegan con componentes no verbales. Por ejemplo, la señalética que utiliza signos y símbolos para transmitir información rápida sobre orientación espacial. Las flechas en un aeropuerto o los indicadores en las puertas de los baños son obra de este sistema.

Otra área es el diseño gráfico aplicado en el espacio, que trata de conectar a las personas con los lugares en los que están. Así, juega con la arquitectura, iluminación y la funcionalidad para que sea memorable para el usuario. ¿Nunca has asociado un color o un sonido a una experiencia?

…llegamos a la museografía.

Sabiendo que el diseño gráfico es imprescindible para difundir mensajes, ¿cómo se puede aplicar en los museos? El uso del diseño en estas instituciones culturales ha adoptado el término de museografía cuando trabajamos con una mirada global y multidisciplinar en el diseño de exposiciones.

El objetivo de la museografía es crear una atmósfera para facilitar que el visitante se sumerja en la narrativa de la exposición. Por lo tanto, el diseño gráfico debe ponerse a disposición y construir un puente de entendimiento entre el visitante y la exposición.

Espacio y recorrido
El espacio es donde va a tener lugar la exposición y, por lo tanto, la historia que se quiere transmitir. Por eso, es importante que este se adecue a lo que se quiere contar a través de elementos como la iluminación, los colores, los textos y las disposición de las piezas expuestas.

Mediante la distribución del espacio, el recorrido se presenta como obligatorio, sugerido o libre. Además, la elaboración de un plano no solo sirve para la gestión del propio museo, sino que también se puede colocar al principio de la exposición o, incluso, ilustrarlo en folletos para repartirlos a los usuarios.

Por supuesto, otra tarea del diseño gráfico aplicado a la museografía será señalizar en sala todo lo necesario, como el orden del recorrido, las salidas de emergencia, los extintores y otras indicaciones relacionadas tanto con la seguridad como la comodidad del usuario.

Color e iluminación

Tanto el color como la iluminación ayudan a la configuración del espacio. Se trata de elegir el ambiente de la sala y la paleta de colores que seguirá, así como la temperatura de la luz. Esto dependerá de lo que se quiere comunicar. ¿Quieres conseguir un ambiente oscuro que dé sensación de intimidad o un espacio abierto que recuerde estar al aire libre?

El diseño gráfico tiene un papel especial cuando se trata de rotular paredes y crear gráficas a gran escala que se integran en el espacio y lo transforman. Gracias a la rotulación podemos destacar puntos concretos, dar sensación de profundidad, conducir la mirada del visitante, etc. El diseño como herramienta museográfica es capaz crear un fuerte impacto visual cuando es utilizado correctamente.

Distribución de los objetos

La posición de los objetos no solo es importante a nivel estético y de cohesión con la narrativa, sino también en cuanto a aprovechamiento del espacio. Algunas de las cuestiones que hay que tener en cuenta son la cantidad de piezas que van a exponerse en cada sala o la distancia que habrá entre ellas y respecto al público.

Se debe considerar también la línea del horizonte que se ocupa de que la obra esté a la altura de los ojos del usuario. Para ello, antes hay que pensar a quién estaría dirigida la exposición ya que no se tomarían las mismas medidas para un adulto que para un niño.

Otro tema es el material de sujeción. ¿Se van a colgar los objetos en la misma pared o se mostrarán en exhibidores suspendidos? ¿Se quiere dar importancia a una pieza clave de la exposición?

Integrar todos estos soportes dentro del diseño global expositivo permite un resultado más limpio y coherente. Gracias al diseño gráfico podemos decidir cómo serán los soportes, de qué color, y cómo se integran entre sí y en relación al resto de elementos que les rodean.

Paneles y textos de apoyo

Cada pieza expuesta debe ir contextualizada con información sobre el propio objeto, la época, el artista… Aquí es donde el diseño gráfico busca la tipografía o los colores que mejor acompañan a la exposición por motivos de función y expresividad.

El estilo de los textos de apoyo va a influir indirectamente en la transmisión del mensaje. Por ejemplo, respecto a la facilidad de lectura o a la impresión que se quiere dar (elegante o informal).

Gracias a un diseño bien planteado, utilizaremos unos criterios concretos para cada tipología de información, de forma que cada elemento esté jerarquizado respecto a los demás y el usuario entienda de forma instintiva cuales son los textos principales y cuáles los secundarios. Una lectura natural facilitada por la maquetación y decisiones estilísticas de diseño promoverá un recorrido más fluido por la muestra, reduciendo la fatiga museística.

Fases de la exposición a través del diseño gráfico

Todos los factores anteriores son determinantes para presentar una buena narrativa. Pero, ¿cómo se empieza a preparar una exposición con la ayuda del diseño gráfico? Aquí te dejamos una fases recomendables para seguir:

  1. Definir tema y objetivo. ¿Qué queremos transmitir? Se debe pensar en la narrativa que se va a comunicar, a través de qué artistas y/o piezas y a qué público irá dirigida. Para ello, es importante hacer una investigación de la audiencia que se espera ya que conocer los intereses y gustos de tu público facilita la forma en la que contar la historia.

  2. Diseño e identidad gráfica del proyecto. Es la parte más creativa del proceso. Supone hacer un boceto del diseño de la exposición, es decir, cómo será expuesta en el museo. En esta etapa interviene el diseño gráfico teniendo en cuenta todos los elementos mencionados en el punto anterior. El objetivo es hacer una propuesta de la ubicación general de la exposición, de la paleta cromática, la tipografía y el tipo de materiales a utilizar.

  3. Producción y montaje. En este paso se lleva a la realidad el boceto. Consiste en preparar todos los archivos finales, producirlos y montarlos en la sala siguiendo la propuesta que se ha planteado.

  4. Promoción. Una vez estén las piezas expuestas en el museo, el proceso no debe terminar ahí. ¿Puede ayudar el diseño gráfico a la promoción de la exposición? Lo vemos en el siguiente punto.

Diseño gráfico y museografía

Más allá del museo

El diseño gráfico es la actividad que convierte el producto o servicio que se vende en una experiencia atractiva e interesante. Más allá del interior de la sala expositiva, es una herramienta que sirve para comunicar también fuera de ella.

Aquí te dejamos algunas ideas en las que trabajar de la mano del diseño gráfico en la campaña gráfica de una exposición:

  • Publicidad. Pueden ser anuncios en todo tipo de medios, como periódicos, televisión, y redes sociales, así como banderoles y OPIs en las calles de la ciudad.
  • Folletos o catálogos. Estos pueden incluir información complementaria sobre la exposición. Además, al entregarlo en papel, permite que el usuario lo revise las veces que quiera ya fuera del museo, y quede como material de consulta una vez terminada la exposición.
  • Web del museo. La propia web del museo debe publicar las exposiciones que ofrece para que el público esté al día, o crear una landing page específica sobre la muestra.
  • Marketing online. Con el alcance que tienen las redes sociales, es impensable no promocionar una exposición por este medio, algo que permite una comunicación directa e interactiva con el público. Dentro del marketing también se incluyen muchas otras vías como son banners y gráficos para vídeo.

Se pueden llevar a cabo una, dos o, incluso, todas las medidas para publicitarse. En cualquier caso, es importante pensar en que todas las comunicaciones tengan coherencia visual entre sí para que el usuario asocie esa imagen a la exposición y sea capaz de reconocerla en cualquier lugar.

El diseño gráfico está en todas partes. Su presencia va más allá de la sala expositiva, ya que podemos crear un universo narrativo desde antes de visitar la exposición y que la experiencia dure también después de haberla visitado.

El diseño gráfico tiene los métodos y la capacidad de mejorar la recepción del contenido de una exposición, así como ayudar a su publicidad y difusión. El diseño mejora, potencia y complementa las metodologías de la museografía y museología, creando una poderosa sinergia para la divulgación cultural.

BIBLIOGRAFÍA

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